Autor: Alonzo Ramírez

Revisión: Valentín Alpuche

  1. ¿Cómo llegó la Reforma a Holanda?[1]

No es exagerado afirmar que el inicio de la iglesia reformada en los Países Bajos (17 provincias en aquel entonces) haya sido el 23 de julio de 1566, siete años después del inicio de la Reforma por Knox en Escocia. Fue en esa fecha en la que los reformados se reunieron en un número significativo en un amplio prado cerca de Gante. Ese tipo de reunión para la adoración pública se llamaba conventículo; hubo sermón, se realizó el bautismo de un niño y se cantaron los salmos. Estos servicios, que hoy llamaríamos, «al aire libre», en ese mismo año se repitieron en Deinsen, Ekelo, y en todo Flandes. Esto sucedió en plena vigencia de la inquisición que había decretado Carlos V y había sido ratificada por su heredero Felipe II, quien era el emperador cuando empezaron los servicios al aire libre por parte de los reformados. Al inicio, los reformados asistían armados a estas reuniones, hasta que llegaron a un acuerdo con William de Orange que se desarmarían si les permitían reunirse libremente fuera de la ciudad, y lo consiguieron. Pero el asunto no quedó allí, luego exigieron que Felipe II aboliera la inquisición en los Países Bajos, a lo cual accedió, pero como una estrategia engañosa mientras reunía sus tropas para invadirlos mediante el Duque de Alba. Por ello, William de Orange, en el exilio, preparó su ejército, y después de varios fracasos militares, junto con su hermano Louis, fueron instrumentales en la independencia de los Países Bajos, con la toma de Brill en 1572. Luego, fue con William de Orange que se logró formular el Acta de Abjuración del 28 de julio de 1581, en la que las provincias unidas de Holanda renunciaron a ser fieles a España y, por fin, nació una república protestante independiente. Sin embargo, la independencia final se logró en 1609 con el acuerdo entre España y Holanda del cese de hostilidades, donde fueron instrumentales la intervención de Johan van Oldenbarneveldt y su hijo Maurice. Para esta fecha, Holanda llegó a ser una potencia protestante con un fuerte dominio marítimo a la par del de Inglaterra (Lindsay 1986, 2: 183-221).[2]

  • ¿Cuál era la situación de la iglesia antes de la aparición de Jacobo Arminio?

La Holanda libre del yugo español tenía que unificar el país y unificar la fe cristina teniendo como centro la Palabra de Dios, en coincidencia con la Iglesia Reformada. Pero no todos los teólogos y magistrados reformados concordaban con esta estrategia, sino que hubo una minoría que la cuestionaba. A esta minoría se le llegó a tildar como los libertinos. Ellos también, como los reformados, habían querido ser libres del yugo español, no solo políticamente, sino también espiritualmente. Pero ellos creían que el hombre era bueno en su naturaleza, y que no estaba muerto en pecado, aunque sus acciones sean pecaminosas. Por lo tanto, el ser humano tenía dentro de sí la libertad de elegir entre el bien y el mal. En efecto, se sabe que hubo al menos cuatro líderes religiosos que fueron exilados a Alemania, y que dieron origen al movimiento libertino holandés. Ellos fueron:  Hubert Duifhuis, Dirck Volckertsz Coornhert, Caspar Coolhaes and Herman Herberts.

De estos cuatro, el que más escribió acerca de asuntos teológicos fue Caspar Coolhaes (1536-1615).  Nació en Alemania, pero llegó a ser profesor de la Universidad de Leyden (fundada en 1575), y escribió 24 libros en temas teológicos, poesía religiosa y ficción. Aunque él era reformado, criticaba a una iglesia reformada estricta, con reglas rígidas, así como cuestionaba la intromisión del Concilio eclesiástico de la ciudad en los asuntos consistoriales (Gottschalk, 2016). Su argumento principal era que este proceder de la Iglesia Reformada restringía la libertad de los creyentes y que en eso no era diferente de la Iglesia Católica (van Veen, 2014). Coolhaes hacía apología por la tolerancia doctrinal y la libertad de opinión dentro de la iglesia de Cristo:

Y así, mi corazón no está separado de nadie, asegurándome que también tengo mis hermanos entre los turcos, judíos, papistas; sí, entre todas las sectas y partidos. Pero ellos, sin embargo, no son turcos, judíos, papistas, etc., o al menos lo son, solo hasta aquel momento; pues, no se mantendrán así hasta el final, sino que serán llamados a la hora sexta, a la novena o la undécima, y ​​por la tarde serán hallados trabajando en la viña del Señor, y recibirán el mismo pago que nosotros (p. 133-134).

Al parecer, la defensa de la diversidad en términos pacíficos, enfatizando la espiritualidad y piedad cristiana sobre lo académico, era el punto de desacuerdo con sus colegas reformados, pero fue excomulgado por el Sínodo de Brielle en 1603 por constituir un ejemplo de desunión (Gottschalk, 2014, 142).

Pero Coolhaes tenía una posición en discordancia con la confesión de la iglesia reformada sobre el libre albedrío. He aquí él mismo declaró:

… sostengo que se perdió en Adán, que nosotros, por naturaleza, somos incapaces e incompetentes de pensar en el bien y de hacerlo. Sin embargo, Dios dio a todas las personas gracia (nota: gracia) en la Palabra: Digo en la Palabra, y no de la naturaleza, para que a todas las personas sin excepción se les ofrezca gracia, y esto permite que puedan aceptar [la oferta de] la filiación. Esto se debe a que está lejos de la bondad de Dios el condenar a una persona; porque sería imposible para Él no poder hacer lo que quisiera hacer por esa persona. El lector imparcial, leyendo mis palabras, se preguntará razonablemente dónde me contradigo, ya que la unidad es muy clara. Tampoco quiero decir que alguien me hubiera acusado de falsas enseñanzas sobre esto, a menos que hubiera ido tan lejos con la predestinación, que se hubiera equivocado de una manera mortal, y que confesara a Dios el Señor como causa del mal; es decir, que no se debe confiar en Él, que habría creado a alguien para condenación (Citado en Gottschalk, 2014, 149).

Queda claro de esta declaración teológica que Coolhaes sacrifica la infinita sabiduría y soberanía de Dios en el altar la razón del predicador que piensa que su razonamiento finito puede poner los límites al actuar de Dios.

Los libertinos creían en la libertad, no necesariamente en un sentido político, sino específicamente en un sentido espiritual. Abrazaron un concepto del yo que considera al hombre como bueno. En lo que respecta al pecado, creían que el hombre no está muerto en el pecado, aunque el hombre cometa el pecado. El pecado es la forma en que uno describe algunas de las acciones del hombre, pero no la naturaleza del hombre. El hombre era bueno, y tenía dentro de sí el medio para elegir el bien por su propia cuenta.

Ya cuando Coohaes estaba anciano, el debate entre Fransico Gomaro y Jacobo Arminio se había calentado bastante. El mismo Coolhaes les escribió que no dañaran más la unidad de la iglesia, pero eso no calmó los ánimos.

  • ¿Cómo inició Arminio su oposición a la doctrina reformada?

Gomaro había nacido en Bruges, hoy Bélgica, en 1563. Estudió bajo los grandes teólogos reformados en Estrasburgo bajo Johann Sturm; en Neustadt bajo Franciscus Junius y Zacharius Ursinus, y bajo Hieronymus Zanchius en Oxford. Fue llamado como profesor de teología a la Universidad de Leyden en el año 1594 -1611. Él era calvinista de sana doctrina reformada, con experiencia pastoral (en Frankfurt de 1587 a 1593; en Middelburg, 1611–14) y profundos conocimientos de filosofía, latín, griego y hebreo.

Cuando Kuchlinus era el regente de la facultad de teología de Leyden, Arminio era pastor de la iglesia reformada de Ámsterdam, y llegó a ser sobrino político y muy amigo de Arminio. Él había estudiado en Ginebra bajo Teodoro de Beza, y se decía que era un supralapsariano como Beza, pero que más tarde rechazó el supra y el infralapsarianismo (Stanglin, 2007, p. 49). Cuando 1603, Jacobo Arminio fue llamado como profesor de teología en la misma universidad de Leyden, Gomaro y el propio el regente y tío de Arminio se opusieron tenazmente porque sabían de las nuevas doctrinas que esposaba Arminio (Stanglin, 2007, p. 43). Después de una conferencia en la Haya, junto con Gomaro como examinador, Arminio pasó la prueba de ortodoxia ante el público, y fue designado profesor de teología en la universidad de Leyden. En ese mismo año le confirieron el doctorado bajo la supervisión de Gomaro (11-10-1603), con su tesis acerca de la naturaleza de Dios. Desde el 28 de octubre empezó a presidir las disertaciones, que hoy llamamos defensa de la tesis para graduarse.

Ya dentro de la facultad se les asignaba a los profesores escribir y defender doctrinas con la finalidad de que sirvan para los pastores y para elevar el nivel académico de los estudiantes y de la propia facultad. En efecto, el 7 de febrero de 1604 le tocó a Arminio defender un escrito acerca de la predestinación (disertación No. 30); y, como Gomaro no aprobó lo que decía allí Arminio, el 31 de octubre del mismo año le respondió. A lo cual, Arminio respondió nuevamente punto por punto, iniciándose así el debate entre el calvinismo ortodoxo (representado por Gomaro y el arminianismo heterodoxo (representado por Arminio) en la facultad de teología de la universidad de Leyden.

El debate teológico, como era de esperarse, salió de la universidad e involucró a la iglesia, al punto que el presbiterio de Dordrecht decidió intervenir para resolver el escándalo en la universidad y la contradicción entre ésta y la iglesia, en el siguiente Sínodo. Aunque la queja del presbiterio llegó a los magistrados y la facultad de la universidad, todos los profesores de dicha facultad, de la cual ya era rector Arminio, firmaron una carta diciendo que ellos acallarían cualquier escándalo y que no encontraban que hubiera diferencias doctrinales con la iglesia en las doctrinas principales (Stanglin, 2007, p. 47). Como sucede hoy en ciertas instituciones de teología, parece que mantenerse en ellas para ganar un sueldo y fama es más importante que la sana doctrina; por lo menos así parecía ser también en aquel entonces.

  • ¿Cuál fue la objeción principal de Arminio?

La evidencia escrita tanto de Gomaro como de los demás profesores, excepto Bertius, muestra según algunos, que eran supralapsarianos (Stanglin, 2007, p. 34). Por lo cual es muy claro, según la opinión anterior, que Arminio habría reaccionado con fuerza contra la predestinación incondicional en general y contra el supralapsarianismo en particular; pues ellos creían, además que Calvino y Beza eran supralapsarianos, y que eran seguidos por los demás profesores de la facultad. Luego de la muerte de Arminio en 1609, esta controversia que se había contenido, estalló con mucha fuerza, con una guerra de escritos entre Gomaro y Bertius, simpatizante de Arminio. Gomaro salió de Leyden y se fue a Middelburg en 1611.

Pero Arminio ya había predicado sus interpretaciones discrepantes con la posición reformada mayoritaria desde que fue pastor en Ámsterdam en 1558. Él interpretaba que en Romanos 7:14ss Pablo se refería al hombre no regenerado, y no al regenerado bajo la ley que conoce su debilidad e incapacidad para salvarse y, que, por lo tanto, necesita del Redentor, como la mayoría de los exégetas reformados interpretaba. Asimismo, sus tendencias erastianas le hacían asignar al gobierno civil la más alta autoridad sobre asuntos eclesiásticos al predicar sobre Romanos 13 (Vandergugten, 1989).

Los historiadores concuerdan en que de las dos conferencias públicas entre Arminio y Gomaro en la Haya en 1607 y 1609, las autoridades competentes no encontraron diferencias significativas contra las enseñanzas de la Confesión Belga de Fe ni contra el Catecismo de Heidelberg. De manera que solo recomendaron que ambos se tengan mutua tolerancia (Vandergugten, 1989).

Fue luego de la muerte de Arminio que sus seguidores Johannes Uitenbogaard y Simon Episcopius, se reunieron en Gouda y prepararon por escrito la famosa Protesta rechazando cinco puntos del sistema teológico calvinista en contra de los cuales fijaron su posición. Es muy probable que les haya sondo muy fuerte a sus orejas el que Calvino desacataba el libre albedrío, cuando decía:

He aquí la causa de la ceguera de los filósofos: buscaban un edificio entero y hermoso en unas ruinas; y trabazón y armonía en un desarreglo. Ellos tenían como principio que el hombre no podrá ser animal racional si no tiene libre elección respecto al bien y al mal; e igualmente pensaban que, si el hombre no ordena su vida según su propia determinación, no habrá diferencia entre virtudes y vicios. Y pensaron muy bien esto, si no hubiese habido cambio en el hombre. Mas como ignoraron la caída de Adán y la confusión que causa, no hay que maravillarse si han revuelto el cielo con la tierra. Pero los que hacen profesión de cristianos, y aún buscan el libre albedro en el hombre perdido y hundido en una muerte espiritual, corrigiendo la doctrina de la Palabra de Dios con las enseñanzas de los filósofos, éstos van por completo fuera de camino y no están ni en el cielo ni en la tierra, como más por extenso se verá en su lugar (Inst. I, XV, 8).

Pero, claro, la crítica arminiana fue formulada en los siguientes cinco puntos:

  1. Dios ha decretado salvar a través de Jesucristo a aquellos de la raza caída y pecadora quienes mediante la gracia del Espíritu Santo creen en Él, pero deja en pecado a los incorregibles e incrédulos. (En otras palabras, se dice que la predestinación está condicionada por el conocimiento previo de Dios de quién respondería al evangelio, y los individuos elegidos específicos nunca fueron elegidos previamente por Él para la salvación. En cambio, implicaban que “todos fueron elegidos”, pero ellos tienen que escoger).
  • Cristo murió por todos los hombres (no sólo por los elegidos), pero nadie excepto el creyente tiene la remisión del pecado.
  • El hombre no puede ni por sí mismo ni por su libre albedrío hacer nada verdaderamente bueno hasta que nazca de Dios, en Cristo, por medio del Espíritu Santo. (El arminianismo aquí parecía totalmente de acuerdo con Lutero para no ser identificado como pelagianos).
  • Todas las buenas acciones o movimientos en el regenerado deben atribuirse a la gracia de Dios, pero su gracia no es irresistible (rechazando a Lutero, Calvino, Zwinglio y Agustín).
  • Aquellos que se incorporan a Cristo por una fe verdadera, tienen el poder que se les otorga a través de la gracia del Espíritu Santo para perseverar en la fe. Pero, decía Arminio: “no ocultaré que hay pasajes de las Escrituras que me parecen tener este aspecto; y aquellas respuestas que se me ha permitido ver, no son de tal clase que se aprueben en todos los puntos a mi entender. Por otro lado, se producen ciertos pasajes para la doctrina contraria [de la perseverancia incondicional] que son dignos de mucha consideración”.[3]  De este modo ponía en duda que las Escrituras enseñan que perseverancia de manera taxativa.

El sector mayoritario de la Iglesia Reformada de Holanda respondió a esta protesta de manera escrita en siete artículos, pero no se llegó a un acuerdo. Así que, por decisión de los Estados Generales, el 11 de noviembre de 1617 se convocó a un Sínodo Nacional para el 1 de noviembre de 1618 a ser realizado en Dordrecht. Se invitaron a delegados de las iglesias reformadas del Palatinado y Brandeburgo; Suiza, Francia[4],  Gran Bretaña, el condado de Hesse, a los duques de Wetterau, Bremen, y Emden.

El 13 de noviembre de 1618 se inició la reunión del Sínodo con 84 miembros eclesiásticos y 18 delegados seculares; 58 eran delegados holandeses de sínodos provinciales y el resto eran extranjeros, pero que tenían en derecho de votar.

Este sínodo tenía como Moderador a Johannes Bogerman (de Frisia). La promesa o juramento con que se inició fue esta:

Prometo ante Dios, en quien creo y a quien adoro, quien está presente en este lugar y quien escrudiña todos los corazones; que, durante el curso de los procedimientos de este Sínodo, el cual examinará y decidirá no solo los Cinco puntos y todas las diferencias resultantes de ellos, sino también cualquier otra doctrina, no usaré la escritura humana, sino solo la palabra de Dios, que es una regla infalible de la fe. Y durante todas estas discusiones, solo buscaré la gloria de Dios, la paz de la Iglesia, y especialmente la preservación de la pureza de la doctrina. Por eso, ayúdame, ¡mi Salvador, Jesucristo! ¡Le suplico que me ayude con su Espíritu Santo! (Klooster, 2008, p. 57).

Como los arminianos rehusaron poner por escrito ante el Sínodo los cinco puntos de la controversia, fueron echados de la asamblea, y se escrudiñó los escritos que los arminianos habían publicado hasta esa fecha.  El Sínodo de Dort refutó bíblicamente cada uno de los cinco puntos del arminianismo, formulando y aprobando 93 artículos separados, y fueron firmados por todos los delegados el 23 de abril de 1619, luego fueron solemnemente promulgados el 6 de mayo de 1619 ante una gran congregación (Vandergugten, 1989).[5]

Los reformados de hoy, debemos notar que la Iglesia reformada de Holanda, mucho tiempo antes del Sínodo de Dort, era una iglesia confesional. Unida por la Confesión Belga de Fe, y el Catecismo de Heidelberg, los cuales eran creídos, confesados y sostenidos por los ministros, y a los cuales juraban respetar; de modo que la desviación confesional debía tener consecuencias. Asimismo, debemos recordar, respetar, enseñar, y celebrar el contenido de los Cánones de Dort, porque como bien ha dicho Vandergugten:

En esencia, la controversia arminiana representó un ataque a la soberanía de Dios en lo que respecta a la salvación del hombre, y exaltó el papel del hombre en su propia salvación. Los Cánones de Dort reconocieron, reafirmaron y glorificaron la gracia soberana de Dios. Si realmente entendemos lo que sucedió hace tanto tiempo en esa vieja ciudad holandesa de Dort, haremos lo mismo, afortunadamente reconociendo que es nuestro fiel Salvador quien reúne y defiende a su iglesia, a pesar de todas las herejías. Luego, en agradecimiento, también viviremos y acataremos esas confesiones, para alabanza de Su gloria.

Referencias

Arminius, James. (1560-1609). V. THE PERSEVERANCE OF THE SAINTS. En The Works Of James Arminius, vol. 1, p. 176. Christian Classics Ethreal Library, Grand Rapids, MI.

Boekestein, W. (2012). The Glory of Grace: The story of the Canons of Dort.

Calvino, Juan.  [1597] (1994).  Institución de la religión cristiana, vol. 1.  Barcelona, España:  FELIRE.

Gottschalk, L. S. 2016. Why Leiden’s first Professor of Theology was banned, Coolhaes’ career. Recuperado de https://www.universiteitleiden.nl/en/ news/2016/03/why-leidens-first-professor-of-theology-was-banned

Gottschalk, L. S. 2016. Pleading for diversity: the church Caspar Coolhaes wanted. Tesis doctoral, Universidad de Leiden. Recuperada de https://openaccess. leidenuniv.nl/bitstream/handle/1887/38762/I_05.pdf?sequence=10

Klooster, Fred H. (2008). The Doctrinal Deliverances of Dort. En Crisis in the Reformed Churches, ed., Peter Y. DeJong. Grand Rapids, Michigan: Reformed.

Lindsay, Thomas, M. (1986). La reforma y su desarrollo social. Barcelona, España: Libros CLIE.

Schaff, Philip. (1986).  The creeds of Christendom, with a history and critical notes, vol. 1.  Sixth edition.  Grand Rapids, Michigan:  Baker Book House.

Stanglin, Keith D. (2007). Arminius on the Assurance of Salvation: The Context, Roots, and Shape of the Leiden Debate, 1603-1609. Leiden: Brill.

Van Veen, A. M. (2014). Caspar Coolhaes on unity and religious tolerance. En August den Hollander, A.N., y van Veen, A. M., eds. Religious minorities and cultural diversity in the Dutch Republic: Studies presented to Piet Visser on the occasion of his 65th birthday. Leiden: Brill. Recuperado de https://books.google.com.pe /books?id=twnkBQAAQBAJ&pg=PA111&lpg=PA111&dq=writings+of+Caspar+Coolhaes&source=bl&ots=ZHMGXRJCG2&sig=VqQZJWfoSHV5BRqtpAE_HhkSxnw&hl=es&sa=X&ved=2ahUKEwiyncjgmvrdAhUST98KHW8ZBNUQ6AEwD3oECAMQAQ#v=onepage&q=writings%20of%20Caspar%20Coolhaes&f=false

Vandergugten, S. (1989). The Arminian Controversy and the Synod of Dort. Recuperado de http://spindleworks.com/library/vandergugten/arminian_c.htm


[1] Este apartado ha sido escrito por el traductor, y no forma parte del texto original. Su propósito es ilustrar, en forma resumida, los eventos que condujeron a la convocatoria del Sínodo de Dort. N. del Tr.

[2] Acerca de William der Orange, Lindsay dice: “durante los últimos años de su vida, las enseñanzas de Calvino iban ganando cada vez más su intelecto y su simpatía, y el 23 de octubre de 1573 se declaró públicamente calvinista. Fue su pasión dominante un odio por toda forma de opresión, y él mismo nos ha dicho que, al enterarse de que los reyes de Francia y España habían convenido secretamente extirpar a sangre y fuego la herejía, fue cuando tomó la callada resolución de arrojar a ‘los papistas españoles’ de su país” (986, 2:217-218).

[3] Arminius, James. (1560-1609). V. THE PERSEVERANCE OF THE SAINTS. En The Works Of James Arminius, vol. 1, p. 176. Christian Classics Ethreal Library, Grand Rapids, MI.

[4] La delegación francesa no asistió, debido a la la prohibición del Rey Luis XIII.

[5] Como consecuencia del establecimiento de los errores arminianos, doscientos pastores fueron depuestos de su oficio: 80 fueron desterrados, unos 70 aceptaron permanecer en silencio y abstenerse de su ministerio, 40 se conformaron con las decisiones del Sínodo y fueron restaurados al ministerio. Los líderes políticos de los arminianos fueron arrestados, Van Oldenbarnevelt fue declarado culpable de traición, y fue decapitado el 14 de mayo de 1619 (Vandergugten, 1989). Ya que la Iglesia y el Estado estaban muy relacionados, los excesos civiles contra los opositores doctrinales, con frecuencia, consideran algunos que se trataría de un error común de esa época; sin embargo, no es caritativo juzgar así a nuestros hermanos que, habiendo sido usados por la Divina Providencia, nos han legado este precioso documento teológico.

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Originalmente publicado en este enlace.